Con las piedras, con el viento
hablo de mi reino.
Mi reino vivirá mientras
estén verdes mís recuerdos.
Como se pueden venir
nuestras murallas al suelo.
Como se puede no hablar
de todo aquello.
El viento no escucha. No
escuchan las piedras, pero
hay que hablar , comunicar,
con las piedras, con el viento.
Hay que no sentirse solo.
Compañía presta el eco.
El atormentado grita
su amargura en el desierto.
Hay que desenmoniarse,
liberarse de su peso.
Quien no responde, parece
que nos entiende,
con las piedras, con el viento.
Se exprime así el alma. Así
se libra de su veneno.
Descansa, comunicando
con las piedras, con el viento. (José Hierro )
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